martes, 20 de febrero de 2007

Se heló...


Hubo una vez en el que el Infierno se heló. Parece imposible pensar que algo en constante calor y en perpétua llama se pudiera extinguir y más sabiendo que se alimentaba de almas todos los días, pero llegó el día en el que ya no le era suficiente alimento el humano como hombre y necesitó de sus sentimientos, sus inquietudes, su corazón.



El Infierno luchó contra sus mismas exigencias, pues veía que le sería muy difícil sobrevivir de aquella manera pero no pudo hacerlo. Ya no le bastaba con esas almas en pena que vagaban perdidas por su interior y tuvo que engullir todo lo que se le ofrecía y lo que no. Y de tanta avarícia, de tanta gula por vivir, no le quedó otra que despertar de su ensoñación y decidir parar aquella situación.



Y se heló...

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